jueves, 27 de junio de 2013

Tarde de domingo 2



Esta entrada del blog es una continuación de una anterior http://enuntejadovirtual.blogspot.com.es/2013/01/tarde-de-domingo.html  
Es la primera vez que hago una segunda parte espero que no seáis demasiado duros conmigo ;-)

Tarde de domingo (2)

Aquello no era más que un sueño. Sara se despertó sobresaltada, miró alrededor y comprendió que efectivamente había sido un sueño. Uno que se repetía desde hacía un par de semanas, desde aquella tarde de domingo. El guión cambiaba en algunos detalles todas las noches, pero esencialmente era el mismo: Un encuentro o mejor dicho, un reencuentro.

Se levantó sin hacer ruido, no quería despertar a nadie, llegó hasta la cocina y se preparó un café. Eran las 6:30 de la mañana, apenas quedaba media hora para que sonara el despertador y pensó que así podría disfrutar del café tranquilamente.


Desde hacía aproximadamente un año vivía sólo con sus hijos de 4 y 7 años y mantenía una relación bastante aceptable con el padre de los niños. Estaban en el buen camino para ser amigos sin hacerse daño. Desde entonces hacía equilibrios con los horarios y con el dinero. Pero mantener una buena relación con su ex pareja, sobre todo por el bien de los niños, le permitía también tener algunos ratos libres.

Aquella mañana tendría que correr para llegar a todo pero le quedaban 20 minutos para... ¿Leer las noticias? No, sabía que solo podría pensar en aquel dichoso sueño. Lo llamaba “Su sueño imperfecto” porque todos los días sufría variaciones. Pequeños cambios en los detalles.

Aquella tarde de domingo había abierto una caja pero también había desembalado una serie de recuerdos, de demonios, de remordimientos. Había liberado su propia “Caja de Pandora”.

Lo que siempre se repetía en sus sueños eran los personajes y el lugar.

Obviamente eran ella y Miguel y se encontraban en una pequeña crêperie en Dinan, en la Bretaña francesa. Aquel era el lugar de origen de Miguel, realmente su nombre era Michael pero ella nunca lo había llamado así.





En ocasiones el reencuentro era romántico, no necesitaban decirse nada, sólo mirarse a los ojos. En otras, simplemente no tenían nada que decirse porque él la había olvidado. En otros sueños acababa en reproches por no haberse dado una oportunidad...

Sara sabía que sólo eran sueños pero también sabía que era un capítulo de su vida que no había sido capaz de cerrar. No tenía muy claro que iba a hacer pero no dudaba en que algo haría.

Continúo con su día a día, se duchó, despertó a los niños, los preparó, se vistió y preparó ella también, los llevó al colegio y se fue a trabajar. Realizó su trabajo como siempre, pero su cabeza seguía dando vueltas a la misma idea. Tenía que buscar datos sobre él. No podía llamar por teléfono sin más. No sabía si los padres de Miguel seguirían viviendo en el mismo lugar, tan siquiera si seguían vivos.


Por la noche, ya en casa, cuando todo se convirtió en silencio y calma decidió investigar en internet. Suponía que, como casi todo el mundo, tendría una vida virtual. Googleó su nombre y… Sí, allí estaba, había muchas entradas sobre él, todas profesionales. Arquitecto de cierto prestigio, o al menos eso parecía, en Francia. Sara sonrió de forma inconsciente, allí estaba. Fue a imágenes y le encontró, su mirada era confundible. Sus rasgos no habían cambiado demasiado. Más maduro, con alguna cana en su cabellera negra y alguna otra en una barba incipiente que lucía en casi todas las fotografías.

         Prosiguió durante un rato observando aquellas fotografías, leyendo con su oxidado francés algunas de las entradas de Google que había encontrado. Pero nada, ni una sola pista de su vida privada. Apagó todo y se fue a dormir. Sabía que volvería a soñar…

         Al día siguiente se levantó agotada, así no podía continuar. Era completamente absurdo e irracional, pero Sara tenía claro desde hacía mucho que los sentimientos no eran racionales.

         Era sábado, estaría todo el fin de semana sola y no tenía ningún plan. Sabía lo que eso significaba: todos sus demonios, dudas y recuerdos se harían dueños del fin de semana. Iría de un lado a otro sin terminar de hacer nada y el domingo por la noche se subiría por las paredes por todo el tiempo perdido.

         Miró el reloj, eran las doce de la mañana. Se quedó mirando el teléfono, lo cogió y marcó un número que se sabía de memoria y que nunca había utilizado…

         Empezaron a sonar los pitidos del teléfono mientras alguien acudía a cogerlo a 1.300 km de distancia, Sara miraba al infinito diciéndose a sí misma: “No hay nadie, nadie va a contestar.”

         Pero se equivocaba, una voz masculina con un bonito tono contestó: “¿Allô?”. Sara reconoció inmediatamente esa voz, era él, era Michel. Su voz apenas había cambiado, al igual que su aspecto como ya había comprobado. La voz insistió: “¿Allô?, ¿allô?, ¿il y a quelqun’un?” Sara no fue capaz de articular palabra, se había quedado muda. Finalmente Miguel colgó el teléfono.

         Sara se dirigió a la cocina, se abrió una cerveza y se encendió un cigarrillo. Le temblaban las manos, seguía escuchando su voz dentro de su cabeza. Habían pasado casi 20 años y su voz le seguía emocionando.

         No sabía qué hacer, no esperaba que Miguel  estuviera en casa de sus padres. Creía que hablaría con su madre, le diría que era una antigua amiga de su hijo e intentaría sonsacarle algún dato de su vida. Esa era su estrategia, pero él estaba allí y su estrategia se había ido al carajo.

         Podría esperar, dejar pasar el fin de semana e intentarlo de nuevo el lunes o el martes.

         Estuvo más de media hora dando vueltas por la casa, sin saber qué hacer, mirando el teléfono constantemente. Intentó razonar,  pensar con claridad. Miguel, si sus padres tenían identificador de llamada, debía haber visto que la llamada era de España. Pero no había ninguna razón para que la asociara con ella. A lo mejor estaba allí con su familia: mujer, hijos…

         Se paró un segundo, respiró profundamente e intentó relajarse. De repente algo le hizo sonreír, recordó el final de la única carta que Michael le había enviado:
         “Pero recuerda que nunca sabremos si es posible si no lo intentamos.”
                
Volvió a coger el teléfono, marcó y esperó mientras sonaban los tonos de llamada.

- ­ ¿Allô? – Era Michael otra vez.
Hola Miguel, ¿te acuerdas de mí? Soy Sara.

Se produjo un silencio que a Sara le pareció interminable y por fin:

   - ¿Sara?... ¡Sara! ¡Mais oui! ¡Qué, qué... sorpresa! – Miguel mezclaba los idiomas.

        -  Sí, entiendo que te sorprenda después de tanto tiempo... Llamaba para ver si tus padres me daban tu número de teléfono y ponerme en contacto contigo, pero ya ves, qué casualidad, estás ahí...

Sara no sabía ni lo que decía, estaba nerviosa, atontada y no tenía ni idea de cómo seguir con la conversación.

        - Sí, sí, he venido a verlos el fin de semana. La verdad es que sí estoy  sorprendido...

Se hizo un silencio incomodo entre ellos. Sara no sabía cómo continuar, escuchó unas voces al otro lado del teléfono pero no consiguió entender que decían.

       - Disculpa, Sara – dijo, por fin, Miguel - ¿Este número de teléfono es tuyo?  Quiero decir, ¿de tu casa? ¿Te importa si te llamo en un rato? Íbamos a comer y me están esperando.

      - No, es decir, sí, es mi número de casa. Perdona por la interrupción.  Llámame... Espero tu llamada. – Había estado a punto de decir: “Llámame cuando quieras” pero reaccionó al pensar que “cuando quieras” podría ser “nunca”.

       - De acuerdo – dijo Miguel – Después te llamo, menuda sorpresa... pero encantadora. Hasta luego, Sara.

      -  Hasta luego, Miguel.

Sara colgó el teléfono con una sonrisa. Le temblaban las manos, estaba muy nerviosa pero feliz, muy feliz. Seguía sin saber nada de la vida de Miguel pero, al menos, sabía que no la había olvidado  y se alegraba de que le hubiera llamado.

Ahora sólo podía esperar... Si había esperado casi veinte años para hacer aquella llamada no podría ser tan difícil esperar unas horas más...  


8 comentarios:

  1. Al final tendremos la trilogía :). Felicidades! Para que luego digan de las segundas partes.

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    1. Gracias coazón!! Eso es porque tú siempre me lees con cariño.
      Besitos ;-)

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  2. Sí, una segunda parte excelente, tanto que ya necesito leer la tercera... esto promete, la historia y la escritora. Gracias peke, por atreverte a escribir, como dice Miguel:
    “Pero recuerda que nunca sabremos si es posible si no lo intentamos.”
    Espero o esperamos con ganas a la tercera entrega.
    Kisitos
    @ciudadanoNick
    /;-)

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    1. Gracias a ti cuore. Ya sabes que tu opinión siempre es muy importante para mi y me anima a continuar. Espero que los musos se porten bien y la tercera parte no se retrase demasiado.
      Kisitos
      /;-)

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  3. Ojala no sea tan larga la espera para la tercera parte y nos tengas con la intriga de esta bonita historia menos tiempo.
    Muy buen trabajo amiga Ireth
    Un saludo

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    1. Muchas gracias, Tony. Ni yo misma sé como va a continuar pero prometo no alargar la espera demasiado.
      ;-)

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  4. Es formidable, me encanta.
    Vamos, esa tercera parte ya!! ;)
    Miguel también podía haber retrasado un poco la comida, una oportunidad así, no hay que dejarla pasar.
    Pobre Sara, tendrá que esperar mucho?...

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  5. Buenísimo (ChemaMuñoz)

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